Es suficiente con echar un vistazo a la portada de este Blood, Sweat and Beers y escuchar los primeros acordes de "Bailin' Hay", el tema que le da inicio, para darse cuenta de que el segundo disco de Rob Leines ofrece justamente lo que su título promete: sangre, sudor y cerveza... y polvo, carreteras y whisky. Y es evidente que este vaquero amante del kárate (¿!!!?) y nativo de Georgia sabe de lo que habla, después de patearse buena parte de los antros de la América profunda, dando más de 200 conciertos al año.
Leines, que ha pasado gran parte de su vida trabajando como soldador en le Costa Oeste norteamericana, editó su disco de debut en 2018. Bad Seed, que así se llamaba, apenas tuvo repercusión, pero le sirvió para hacerse un hueco en el circuito y girar abriendo para una banda del calibre de Whiskey Myers.
En este nuevo disco, si bien sigue la línea del anterior, se puede apreciar una evolución tanto desde el punto de vista compositivo como en la producción, más cuidada. Tomando como base el formato trío en el que destaca principalmente un fantástico trabajo de guitarras bien acompañado por una base rítmica trotona y cumplidora, la producción no escatima en añadir violines, armónicas, teclados o slide guitars que, lejos de sobrecargar el resultado final, enriquecen el disco, añadiendo gran cantidad de matices, a lo largo de las 10 canciones que forman el LP.
La obra tiene sus raíces entre el rock sureño más tradicional, con ecos de ZZ Top, Lynyrd Skynyrd o los Allman del Brothers and Sisters y el country en su concepto más amplio, pasando del country más clásico de "Southern Breeze" al honky-tonk de "All I Need", que podía haber firmado el mismísimo Dwight Yoakam.
La temática de las letras no se sale del guion: excesos con el alcohol, trabajo duro en fábricas o granjas y turbulentas relaciones con mujeres que no salen especialmente bien paradas en su relato. Todo ello sin tomarse demasiado en serio y tirando de ese sentido del humor típico del sur.
En definitiva, un disco que hará las delicias de los amantes del género, sin apenas altibajos a lo largo de las 10 canciones que lo forman y que, cuando termina, lo que te apetece es abrirte otra birra y ponértelo otra vez desde el principio.
¿Y no es eso de lo que se trata?
Iñigo CARBAJO
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