jueves, 13 de mayo de 2021

Greta Van Fleet - Labrando un camino propio



Cuando en 2017 vieron repentinamente la luz dos pedazo de singles como "Highway Tune" y "Safari Song", que luego pasarían a formar parte del EP From The Fires, pocos se esperaban que cuatro años después la crítica especializada iba a seguir con la cantinela de si son o no una burda copia de Led Zeppelin mientras los cuatro jóvenes e imberbes músicos llenan recintos enormes y se posicionan en las líneas altas de los grandes festivales de todo el mundo.

Que en esos primeros pasos la banda era totalmente deudora del sonido de la formación liderada por Jimmy Page y Robert Plant es algo indiscutible. Pero también lo es el hecho de que con su primer LP, Anthem Of The Peaceful Army, ya se vislumbraba que querían quitarse esa losa de encima intentando explorar otros terrenos. Sin embargo, inexplicablemente, les siguieron atizando alegando que seguían en sus trece, incluso se puede decir que las críticas empezaron a ser más feroces, quizás debido a que la popularidad y el éxito de la banda crecía exponencialmente sin haber recorrido siquiera las salas pequeñas, casi que ni medianas, de la escena musical.

Los conciertos que dieron en nuestro país, principalmente en su fecha de Barcelona con un Sant Jordi Club hasta la bandera, certificaron que no eran un hype ni un producto vacío de la "industria musical". A pesar de su inexperiencia, hay que recordar que apenas rondan los veinte años, demostraron unas tablas y un savoir faire impropios de su edad, más aun teniendo en cuenta que actuaban ante una audiencia enorme. Por todo ello, la expectación por lo que la banda de los hermanos Kiszka nos iba a mostrar en este nuevo disco era máxima.  



Continuando el cambio de rumbo que ya se intuía en el anterior trabajo, The Battle at Garden's Gate ahonda aun más en esos pasajes espirituales y fantasiosos, abrazando la épica y los sonidos más prog de grupos de la década de los 70 como Yes o Rush. Llegando incluso a componer un tema, "Caravel", con una línea de bajo que perfectamente podría pertenecer a uno de los primeros discos del trío canadiense. De hecho, todas esas semejanzas con la banda británica, en este disco se ciñen a "Broken Bells", cuya similitud con la inolvidable "Stairway to Heaven" es evidente (principalmente en ese crescendo final), y al riff de "Built By Nations", con cierto aire al de "Bring It on Home". Hasta el comentado parecido vocal de Josh con Robert Plant se puede decir que es más cercano ya al del propio Geddy Lee.

Musicalmente la banda ha dado un paso adelante claro, con unos Jake y Sam soberbios que ya dominan a la perfección sus instrumentos, y donde únicamente chirría el exceso de gorgoritos y filigranas del pequeño frontman. Incluso Daniel Wagner ha salido airoso de las dudas que recaían sobre sus virtudes a la batería. Así, el disco está repleto de temas largos, con muchos arreglos de piano y deliciosas acústicas, como muestran "Stardust Chords", una perfecta "Age of Machine" que sirve de continuación al "Age of Man" del álbum anterior, o ese espectacular cierre que supone "The Weight of Dreams", con una parte final que rememora los años en los que Ronnie James Dio y Ritchie Blackmore llevaban la epicidad hasta el extremo intentando atrapar el arcoíris. Temas todos ellos que ya tienen un sello de identidad propio.


Desde los primeros compases de "Heat Above", con el órgano creando una atmósfera absorbente alrededor de guitarras eléctricas y acústicas que se entremezclan entre los aullidos del cantante, se ve la grandeza que puede llegar a tener esta banda. Una pieza bella, hermosa, que es simplemente el pistoletazo de salida de una primera mitad de álbum sobresaliente, donde mezclan los temas épicos anteriormente mencionados con descargas eléctricas como la fascinante "My Way, Soon" u otros más cercanos al sonido de Journey como "Light My Love". 

El álbum, sin embargo, queda un poco deslucido en su parte final, puesto que la ausencia de más temas directos hace que llegue a pecar de demasiada homogeneidad. Se echa en falta un tema potente como los que nos tenían acostumbrados que diera un poco de aire entre tanta pomposidad. Hay un abuso exagerado de medios tiempos que, unido a la excesiva duración del disco, pueden dar una sensación de repetición de esquemas. Quizás le sobren un par de temas que redujeran el minutaje, haciendo bueno el dicho de que muchas veces menos es más.  


En lo referente a la producción se pueden ver ambas caras de la moneda. En los temas más épicos y fantasiosos logran sacar jugo a muchos matices y paisajes envolventes que los engrandecen aun más, pero los más terrenales se quedan sin garra, sin chispa. Esto último queda manifiesto en los vídeos en directo que han colgado las últimas semanas en las redes sociales. Temas como "Tears of Rain" o, sobre todo, "Trip the Light Fantastic", que dentro del redondo pasan totalmente inadvertidas, en vivo ganan crudeza y contundencia en los riffs y las guitarras, dotándolas de esa fuerza que echábamos en falta a medida que va avanzando el disco.

En cualquier caso, a pesar de estos defectos, se trata de su trabajo más completo y maduro hasta la fecha, que por momentos exuda grandeza y que los coloca a las puertas de dar el último paso que los confirme como una auténtica realidad y no una mera promesa. La crítica seguirá en su cruzada contra ellos, como si un éxito tan prematuro les causase heridas, pero no cabe duda de que la formación de Michigan está labrando su propio camino haciendo oídos sordos a todo lo que les rodea. El futuro es suyo.

Javi GARAYO
 


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