Cuando eres hijo del más grande, tienes mucho en lo que pensar antes de poner música nueva en circulación. La introspección y el paso del tiempo harán que "a la hora de contar tu verdad para seguir vivo" des pasos firmes para marcar un camino que siempre será comparado -y difícilmente saldrás bien parado cuando toda comparación se mide con la obra de tu progenitor-. Tal vez ese sea el motivo de que Jakob Dylan solo nos haya regalado siete obras en casi 30 años, y que durante los 90s haya ido a contracorriente, en los 00s haya intentado encajar y, por último, se haya dejado llevar por sus raíces para volver a un lugar que podría estar situado en cualquier momento de estas tres últimas décadas, poniendo un punto más maduro en su voz y sus composiciones.
Todo fluye en los 10 temas (40 minutos, la duración que necesitamos para todo aquello que no sea una obra maestra con mucho que decir) que componen Exit Wounds, y sin urgencia cada canción te va llevando a un estado conocido y confortable, pero sin llegar a sonar repetitivo o falto de inspiración.
A pesar de que también ha sacado discos en solitario, The Wallflowers es SU banda y, por tanto, el desfile de músicos se ha repetido en las diferentes encarnaciones de esta; para dar forma al momento estilístico que sugiriese su ya extensa carrera, Jakob ha tirado de quien le aportaba lo que pedía cada giro de timón.
Aquí volvemos (aunque nunca se habían ido del todo) a las guitarras, bajos, baterías y teclados, con una formación clásica en la que podemos destacar tres nombres que marcan el destino del disco. Una, por supuesto, es la del propio Jakob que, con sus composiciones y su voz marca cada uno de los cortes. En segundo lugar, tenemos al chico maravilla, al productor que, sin dejar un sello marcado que se acabe superponiendo a la obra que enfrenta, consigue sacar el brillo a las canciones a las que tiene que meter mano. Cada canción vive, respira y aporta en su justa medida, y Butch Walker consigue que un sonido orgánico inunde el disco, pero dando voz propia a cada tema. Por último, la voz de Shelby Lynne funciona como contrapunto perfecto en los temas en los que colabora, haciendo que esos duetos se te queden grabados como los momentos más especiales del disco ("Move the River", gallina en piel).
Papá seguro que está orgulloso, así como lo podrían estar Petty o incluso Springsteen (y sus fans). Si es para volver así de bien, no te tomes tanto tiempo la próxima vez, amigo.
Mauro FERNÁNDEZ-AHUJA
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