Corría
el año 1990 y el nombre de The Throbs corría como la pólvora entre
la prensa especializada y los mentideros del hard rock americano.
Iban a ser la “next big thing”, los nuevos Guns N’ Roses. Un
año después habían conseguido dos cosas. La primera, publicar The
Language of Thieves and Vagabonds, uno de los mejores discos de
principios de los años 90, álbum que con los años ha alcanzado la
consideración de obra de culto, de forma casi unánime por crítica
y público. La segunda, que Geffen Records, la compañía
discográfica que había apostado por ellos, les retirara todo el
apoyo dejándoles tirados y sin ningún tipo de perspectiva de
futuro.
Pero volvamos al comienzo. Allá por finales de los 80, el
vocalista Ronnie Sweetheart, durante una visita de fin de semana a
NYC conoció al bajista Danny Nordahl en un concierto de Johnny
Thunders y allí mismo decidieron formar una banda. Tras un tiempo de
rodaje en el circuito de la costa este y varios cambios de formación,
entran por fin en el estudio. En una demostración de la confianza
que Geffen tiene en su nueva apuesta, deciden poner a los mandos de
la producción a Bob Ezrin y a Dick Wagner, colaboradores de, entre
otros, Alice Cooper, KISS o Lou Reed.
El resultado es un disco redondo. 11 temas que no conceden tiempo para recuperar el aliento, desde el sitar con el que comienza esa oda a la clandestinidad que es “Underground”, hasta los fraseos de guitarra con los que cierra la contundente “Strange Behaviour”. Las influencias punk con las que contaba la banda en sus inicios aquí prácticamente desaparecen, dando a luz una obra que suena a clásico por los cuatro costados y que oscila entre la oscuridad de temas como la ya mencionada “Underground” o “Oceans of Love” y los sonidos más directos y comerciales de “It’s the End of the World”, “Rip it Up” o “Ecstasy”, en la que llega a colaborar Little Richard.
Pero son, sin duda, “Come Down Sister”, el primer single del
disco, con un deje a los Cult del Sonic Temple y “Only Way Out”,
un maravilloso medio tiempo en el que las guitarras acústicas y
eléctricas se entremezclan y Ronnie ofrece probablemente su mejor
interpretación, los momentos más álgidos del disco.
Desgraciadamente, cuando el disco vio finalmente la luz, ese
monstruo llamado grunge ya engullía todo lo que encontraba a su paso
que no llevara pantalones cortos y camisas de franela y apenas tuvo
repercusión. Geffen rompe el contrato y la banda desaparece dejando
eso sí, esta joya como legado.
Quizás la frase que mejor resume su trayectoria, la dejó Ronnie
Sweetheart en una entrevista reciente. “Puedo decir que intentamos
grabar un disco de Rock n Roll desde lo más profundo de nuestras
almas, y eso es lo que logramos, sin concesiones”.
Iñigo CARBAJO
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