miércoles, 17 de noviembre de 2021

My Morning Jacket "My Morning Jacket"



Cada vez que el quinteto de Louisville anticipa referencia, los no conversos preguntan a los devotos: ¿por dónde empezamos? Y por lo general la respuesta es algo que se sale de los usos del buen rockero: un directo que funciona a modo de recopilatorio de sus cuatro primeros discos. Y es que, para la mayoría de sus fans, es en el escenario donde la banda se muestra capaz de listar todas sus virtudes, convirtiendo cada concierto en una liturgia para fieles; resulta difícil expresar en palabras lo que allí acontece refiriendo un disco de estudio. Este razonamiento es el mismo que parece haber aplicado la banda para grabar su octavo larga duración (noveno si contamos The Waterfall como dos), prescindiendo de cualquier ayuda externa (y del omnipresente Tucker Martine) y centrándose en que todo lo que está en la cabeza de Jim James salga directo a la cinta de grabación.


Para ponerlo en perspectiva hay que retrotraerse a 2016, cuando la banda alcanzó su segundo advenimiento en cuanto a directos se refiere. La exigencia es tal para llegar a ese trance continuo de comunión artista/público que deja secuelas en nuestros protagonistas, que necesitan largas temporadas para bajar a la tierra de semejantes subidones adrenalínicos, con parones que en esta última etapa casi han devenido en punto final. Para suerte de los fans, unos compromisos adquiridos con antigüedad obraron el milagro de que volvieran a juntarse, ensayaran y recuperaran la química, lo que les empujó no sólo a sacar la segunda parte de The Waterfall, sino a entrar en el estudio para parir su disco homónimo, con el que parecen haber querido revivir las artes que despliegan sobre el escenario. El resultado, una obra con 11 cortes que en la cabeza del creyente evoca momentos de máxima comunión en temas como "In Color", "Out of Range" o "Penny for your Thoughts", haciendo volar su imaginación con espasmódicos movimientos de cuello y coros al viento.

La duda para el recién llegado será si realmente ese listado de eslóganes de paz, amor y falsete para el salón harán que merezca la pena madrugar un domingo, o si toda esa fanfarria (a veces genial, a veces demasiado facilona) convence únicamente a los ya devotos. Si la idea era aumentar la nómina de conversos, no estoy seguro de que vayan a pescar mucho oyente nuevo, pero al fiel creyente le siguen teniendo de rodillas y con ganas de volver a sentir otra descarga descomunal. Oremos pues.

Mauro FERNÁNDEZ-AHUJA
 


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