Su primer EP y LP supusieron un vendaval de aire fresco para los amantes de sonidos más funk y bailongos. Y para los no iniciados también, ya que sumaban a la ecuación cierto toque indie que les brindaba la oportunidad de alcanzar un público más generalista. Si a eso le añadimos un directo para levantar difuntos, en el cual es difícil distinguir quién disfruta más, si los de encima o los de debajo de las tablas, pues ya tenemos una combinación insuperable.
Ahora tocaba el siempre difícil trámite del segundo álbum, y más cuando el debut ha sido un pelotazo. Sumado al dichoso parón pandémico, las expectativas y el hambre de más Parcels acrecentaban irremediablemente. Pero los australianos, ajenos a todo esto, han hecho sencillamente lo que les ha salido de las pelotas. Y han salvado el match ball con suficiencia insultante. Nos han plantado en las narices un doble compacto para quedarse a vivir en él de por vida. Juegos vocales y pasajes instrumentales que trascienden géneros (del almuerzo con Bootsy Collins a la sobremesa con Pink Floyd, parando en Supertramp de camino a casa de Nile Rodgers) y generan endorfinas suficientes para matar a un elefante. Melodías de otro mundo. Y en menor medida que en su predecesor, algún que otro hit inapelable, como el posiblemente tema del año, "Somethinggreater".
Borja VERA FERNÁNDEZ
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